jueves, 28 de febrero de 2019

Sófocles, "Electra" [entre el 418 y el 410 antes de Cristo]


Electra. Adelantaré tu desgracia. Egisto el rey asesino, y Clitemnestra, la adúltera cómplice, matarán a tu amado padre. Y abocada a convivir con los traidores en la misma casa, pretenderán domeñarte mediante miserias y humillaciones: te golpearán, te impondrán las tareas más duras, te vestirán con harapos, te mal alimentarán; y envejecerás prematuramente, sola, agotada, agriada; entre penas se esfumará la frescura de tu juventud. 'A quien se le ha hecho tanto mal no se le puede impedir ser malvado'. Electra, no cederás, la vileza de los asesinos no quebrará tu fidelidad. La promesa de unas mesas ricamente surtidas, la visión de unos ropajes dignos, los privilegios de un trato amable, la abundancia de quien ha dispuesto su vida servilmente cómoda, no someterán la pureza de tu corazón: continuarás honrando la memoria del padre que amaste, y se mantendrá incólume el odio a quienes te lo arrebataron, y seguirás anhelando el regreso de tu hermano Orestes, el portador de la venganza que romperá tu soledad y que te librará de la opresión. ¿Y si Orestes muriera? Si no pudieras contar con la protección de tu hermano, ¿usarías algún resquicio de tu sombría energía para matar a Egisto tú misma? Más vale arriesgarlo todo: tu único futuro es envejecer miserablemente, sin afecto, sin hogar, sin recursos, y vivir siempre de las limosnas del asesino, y obedecer el resto de tus días sus órdenes. ¿Quién es ese a quien le interesa la densidad de tus penas, que te presta su atención para sosegar con la dulzura de las confidencias tus desdichas?

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