Una escalofriante colección de crónicas de la migración centroamericana: "Los migrantes que no importan" de Óscar Martínez, periodista del periódico digital salvadoreño El Faro. En las rutas migratorias mexicanas, la diferencia entre policía y mafioso se evaporó, los niveles de crueldad se descontrolaron, la impunidad continúa amparando el secuestro, la tortura y el asesinato. Las rutas migratorias y del narcotráfico se entrecruzaron, y los vatos del crimen organizado rapiñan a los migrantes, migrantes a la búsqueda del sueño americano o migrantes que sencillamente huyen, no buscan una vida mejor, sólo huyen, para seguir con vida, de una región brutamente violenta.
"En el sur de México todavía se viola a mujeres de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua. En el centro de México todavía se asesina a defensores de migrantes. En la costa Atlántica hay casas llenas de hombres, mujeres y niños secuestrados. En el norte de México, llegar hasta los puntos de cruce todavía tiene precio, y esa cuota se le paga a la mafia que regente ese pedazo de frontera. Sin embargo, toda la muerte entre los años 2007 y 2010 marcó un antes y un después. Ahora ningún funcionario puede decir sin que se le derrita la cara de cinismo que a los migrantes no los asesinan, violan, secuestran, tratan, extorsionan. Ahora mismo, nadie puede ya olvidar que todo eso ocurre -como recientemente se demostró en el caso de la mascare de Tamaupilas- con la participación de policía y autoridades municipales."
(Óscar Martínez, prólogo de la tercera edición mexicana de 2015 de "Los migrantes que no importan".)
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