martes, 1 de enero de 2019

José Luis Cuerda, "Tiempo Después" [2018]


como esos chavales rebeldes a los que dejan salir cada día del Edificio Social cuarenta minutos para saciar su sed de aventuras, que miran despectivamente las luchas de los parados, cuya mediocre preparación y expresión brusca desprecian, aunque sepan rezar El Quijote, la segunda parte es el Nuevo Evangelio, y se conmuevan con la belleza de los versos de Antonio Machado; ¿podrá La Revolución derribar el Edificio Social para construir otra cosa más deseable o removerá sus cimientos para apuntalarlos?,'¿quién sabe si los revolucionarios no han vertido su sangre tan vanamente como los griegos y troyanos del poeta, que, embaucados por una falsa apariencia, se batieron durante diez años en torno a la sombra de Helena?' se preguntaba hace décadas Simone Weil; ¿la aspiración era otra?, ¿vender zumos de limón libremente en el mercado?, más hermosos resultaban aquellos días en que alrededor de una plaza improvisada en el bosque los vecinos se reunían para contarse historias y cantarse canciones; ¿se opone uno a la libre competencia de las tres corporaciones obligándola a un dinamismo mayor, a una apertura de la concurrencia?, ¿será la igualdad de oportunidades otra cosa distinta de un tedioso proyecto de uniformización?, ¿hay alguna posibilidad de que las ideas recobren vigor, peligrosidad, belleza, o sólo nos quedan las discusiones entre jóvenes distantes, recelosos, sobradamente preparados, cuadrillas de chavales elitistas como hipsters porreros que sólo suspiran por soltar la frase más ingeniosa en el fragor de una pedante conversación?; yo qué sé, no dejará de resultar revelador, que en la BSO, esté Joaquín Sabina,


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