"El veneno que mana de estos pequeños santuarios consagrados a la muerte y el beneficio, erigidos por pulcros capitalistas blancos, solo constituye otra pieza más de un viejo engranaje: el genocidio que casi erradica a los nativos americanos; la escolarización de los indios en colegios internos que los arrancaban de sus familias y les prohibían hablar su lengua, practicar su religión y seguir sus costumbres; el 80% de desempleo en la reserva; el racismo de los ganaderos blancos vecinos y de las fuerzas del orden; la frecuente ausencia de agua corriente y la terrible violencia que campa a sus anchas. Todo ello, olvidado en una anestesiada bruma de embriaguez. La furia de la autodestrucción asola Pine Ridge como si fuera la peste negra. Whiteclay es la versión moderna de las antiguas agencias indias. Es el lugar donde los indios se rinden; donde abandonan su autoestima y su autonomía para pasar a esperar, pasivamente en una cola, a que les den una bolsa de harina, un pedazo de manteca, unas cuantas mantas y un poco de aguardiente que mitigue el dolor causado por ver en qué se han convertido. Las familias, azotadas por el alcoholismo, la pobreza, la desesperación y el maltrato doméstico, sumidas en vidas en las que la ternura y la seguridad solo son posibles en momentos aislados, se desintegran con facilidad ante las acometidas de la reserva. La violencia ejercida sobre el pueblo indio se ha internalizado. La magnitud de tanta angustia y dolor conduce a existencias dedicadas a la autoinmolación. La agonía se expresa a través de impulsos autodestructivos y derrotistas que hunden lo poco que les quedaba de esperanza y dignidad."
(Chris Hedges y Joe Sacco, "Días de destrucción - Días de revuelta", 2012)
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