domingo, 6 de enero de 2019

Publio Ovidio Nasón, "Arte de amar" [siglo I antes de Cristo]

La obra amatoria más famosa de la Antigüedad, el Manual de Ligar más influyente del bajomedievo, el más célebre tratado para cometer adulterios, es el "Arte de amar" de Publio Ovidio Nasón, poema elegíaco escrito en el siglo I antes de Cristo, en la época romana de Augusto. Tres libros componen este 'Ars amandi', el primero, un magisterio sobre cómo seducir, el segundo, la lección sobre cómo mantener el amor logrado, y el tercero, diría que el más interesante, una instrucción dirigida a las mujeres.

"Para empezar, lo que quieras amar, pon tu afán en hallarlo,
tú que, soldado, entras hoy sin experiencia en la lid:
es la siguiente labor conseguir la mujer que te gusta
y lo tercero es hacer largo en el tiempo ese amor.
Éste es el plan, es la pista que habrá de marcar nuestro carro;
éste el mojón que abrazar debe la rueda al correr."

Ovidio se presentaba respetuoso con las leyes romanas, y por tanto deferente hacia la virtud de las mujeres aristócratas, dovela clave para perpetuar la estirpe patricia y el buen gobierno de su hogar: el 'ars amandi' ovidiano sólo pone en escena a mujeres de baja condición, esclavas o libertas, y a las prostitutas o venales.

"Lejos quedad, finas cintas, enseña de todo recato;
lejos, oh largo faldón, que ni los pies dejas ver;
que cantaré el amor fácil y apaños más bien tolerados
y mi poema, así, limpio de culpa estará."

Este 'Ars amandi', incluso en sus pasajes más polémicos, mantiene imperecedero esplendor, y en su tiempo, pudo presentarse perturbador para los defensores del orden romano, que un hombre libre y de origen patricio se subyugara voluntariamente a alguien, que además de ser mujer, pertenecía a una clase inferior, suponía un desafío al régimen de la 'mores maiorum', al cúmulo de costumbres virtuosas de los antepasados: elevar a la categoría de señora a cortesanas y libertas conllevaba, en primer lugar, concederles la dignidad de las mujeres de la clase alta, bajando la condición a las que por derecho merecían tal apelativo, y en segundo lugar, el hombre, reconocido a sí mismo como siervo al servicio de la mujer, se cosificaba, pues la señora, la 'domina', podía disponer caprichosamente de su posesión.


"Mientras me asista el talento, buscad aquí, niñas, consejos
si os lo permite el pudor, obligaciones y ley.
A la vejez venidera tenedla ya ahora presente:
tiempo no habrá así que pueda sin beneficio correr.
Pues que podéis y aún decís vuestra edad sin mentir, divertíos.
Pasan los años igual que aguas de un río; que así
como volver hacia atrás no le es dado a pasada corriente,
no se le da a hora pasada la facultad de tornar.
Aprovechad, pues, la edad: se desliza la edad con pie rauda,
y la que está por venir ya no es tan buena . Yo vi
esos arbustos, hoy canos, ayer de violeta floridos,
y ésta, que espina ahora es, linda corona me dio.
Tiempo vendrá, así, en que tú, que ahora cierras tu puerta a los hombres,
vieja en la noche olvidada y sin calor yacerás;
no habrá pelea nocturna que rompa, como ahora, tu puerta,
ni de mañana hallarás lleno de rosas tu umbral."

(Ovidio, "Arte de amar", siglo I antes de Cristo.)

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