sábado, 5 de enero de 2019
Wolves In The Throne Room, "Black Cascade" [2009]
Por cosas de familia, el black metal ha estado siempre presente en casa, en la habitación contigua en concreto. Mi hermano se pegaba sesiones eternas de matraca blacker. Los grupos eran aquellos noruegos tarados del Inner Circle. De aquellos locos días, me quedan discos irrenunciables, lo más bello está planteado ya en esos álbums, vaya mi admiración hacia ellos. Comienzo reverenciándo esa época, como aquel chico considerado pero presto a enfrentar nuevos retos que guarda el debido respeto a la experiencia de sus mayores, porque el grupo de black metal que se convirtió en santo y seña, aquel al que adjudico la sagrada función de guía espiritual, sumos pontífices de la belleza oscura, ahí es nada, es Wolves In The Throne Room. Hace ya bastantes años, en Bilbao, un amigo polaco me dijo, 'tienes que escuchar esto'. No me hizo falta demasiados segundos para sentenciarlo: 'esto es todo lo que estaba esperando del black metal'. El álbum que sonaba era el "Black Cascade", el tema, "Ahrimanic Trance", y la emoción la tenía desbordada, la intensidad era apabullante, la belleza incuestionable, era unos nueve años más joven, más ingenuo, todavía no había pasado por alguna de las brutas e inolvidables experiencias que me han atravesado, era una aventura sónica semejante a aquellos 'heraldos negros que nos manda la muerte'. Aunque con el transcurso de los años mi entusiasmo ha amainado, "Two Hunters" se mantuvo a la altura de sorpresa y gloria, pero ya "Celestial Lineage", el exprimental "Celestite" nada me interesó, o su último álbum "Thrice Woven", rebajaron mi admiración, atemperaron mi fe. En poco vuelven a la península, quizá sea ya hora de recibir la eucaristía.
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