miércoles, 9 de enero de 2019

Virginie Despentes, "Vernon Subutex I" [2016]

Es muy triste que cierren las tiendas de discos, es perder algunos de los más fascinantes establecimientos a descubrir de las ciudades. En Logroño hace años ya que cerró la última tienda de vinilos recordada, Gutiérrez, y mientras vivía en Madrid cerró Melocotón, o mientras vivía en Barcelona, que echó definitivamente la verja Discos Castelló. No sé si los propietarios melómanos padecían el desasosiego amoroso del Rob Gordon; no sé si los regentes de las tiendas conocían a alguna fiel proveedora estrella del rock que pereció repentinamente. Pero es obvio que no eran punkrockers fascinantes como Vernon Subutex, que es el protagonista de la novela de Virginie Despentes. ¿Cuántos punkrockers de la vieja escuela se han visto arrojados a mendigar hueco en las casas de sus antiguos colegas, antes de ser arrojados a mendigar dinero en la ruda calle de una gran ciudad? Dios sabrá. La genial Despentes usa la pérdida de adquisición monetaria de Subutex como acicate para retratar las convicciones deterioradas, como sus cuerpos, de una generación que a veces quiso presentarse incorruptiblemente rebelde: cómo se diluyó la comunidad punkrocker, cómo las ideas deleznables de la extrema derecha se abrieron sitio entre quienes se pretenden antagonistas, cómo el éxito en el ámbito del cine, el porno, la música o el aparejamiento establece una frontera borrosa que separa a los supuestos ganadores de los supuestos perdedores: el intercambio de humillaciones estructura la vida social, que es como decir que las rastreras envidias, los reproches silenciosos o los intereses egoístas enfrentados, dominan la narración de una novela apasionante.


"Mientras no ejercemos el poder no tenemos ni idea de lo que es. Creemos que es sentarse en un despacho, dar órdenes y que nunca te lleven la contraria. Nos imaginamos que es una ventaja. Todo lo contrario, cuanto más cerca estás de la cima, más dura es la lucha. Cuanto más subes, más cuesta hacer concesiones. Y más hay que hacer. Tener poder es no perder la sonrisa cuando alguien más poderoso que tú te parte las costillas. En lo más alto, las humillaciones son violentas y no hay nadie ahí para escucharte si quieres quejarte. Es el patio de los mayores, no el cajón de arena de los corderitos. Solo los jefecillos disfrutan de su poder cuando están arriba -no conocen más que el miedo a que te apuñalen por la espalda, la rabia de las traiciones y el veneno de las falsas promesas."

(Virginie Despentes, "Vernon Subutex I", 2016.)

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